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Demna Gvasalia (izquierda) y Alessandro Michele, fotografiados dos horas antes del debut de Gvasalia con Balenciaga. Credit Juergen Teller
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“Romper las reglas” es una frase que se repite mucho en el mundo de la moda. Pero ¿quién hace esas reglas? ¿Acaso la moda no está basada en esas reglas? Después de todo, la moda no es solo la ropa que usas. También es la forma de esas prendas, que obedece a ciertos códigos que las definen como algo progresivo, actual, a la moda. Con frecuencia se piensa que esos códigos, al igual que un menú, son simplemente un listado de cosas sofisticadas que se añaden a una oferta existente, en vez de transformar sus entrañas o cambiar alguna esencia. La industria es la encargada de las reglas de la moda: los editores, los diseñadores, las corporaciones que financian todo. Y entonces, aquellos personajes que de verdad rompen las reglas no surgen tan a menudo. La moda disfruta el statu quo: vender ropa, hacer dinero.

Pero ¿qué pasa si se rompen las reglas? La gente ya no compra ropa con el entusiasmo de antes y los grandes conglomerados han comenzado a ver cómo disminuyen sus ganancias. Los diseñadores se van de las compañías después de temporadas breves. Muchas marcas, agitadas por la inestabilidad de los mercados de lujo, ahora están tratando de acabar con la brecha entre la pasarela y las tiendas, pues le ofrecen productos con más rapidez a sus consumidores con la esperanza de que compren de manera frenética. Hay una ansiedad generalizada en la moda, por decir lo menos.

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Las nuevas reglas de la moda

Las nuevas reglas de la moda

CreditJackie Nickerson

¿Y las prendas en sí? Terminan siendo pequeños participantes en el Sturm und Drang de todo el asunto, eclipsadas por las artimañas financieras y las disputas de los diseñadores, cuando en realidad deberían ser el centro de la conversación. Hay un exceso de ropa disponible, especialmente de diseñador, donde las marcas se propagan y varias temporadas (primavera, preotoño, invierno, ropa vacacional y muchos básicos) se relevan las unas a las otras para justificar una afluencia de ropa aparentemente interminable. Pero ¿cuántas de esas prendas en verdad corresponden a lo que las personas quieren usar hoy? ¿Cómo quieren lucir? Quizá, incluso, ¿cómo quieren sentirse?

En el mundo de la moda, estas preguntas son importantes, por lo menos para dos personas. Una de ellas es Alessandro Michele, quien después de trabajar anónimamente en Gucci durante 12 años, fue designado como director creativo de la marca florentina en enero de 2015. En tres temporadas, el italiano de 43 años ha logrado rehacer por completo la identidad de la marca: dejó atrás su imagen sensual para explorar un lado más romántico. La otra persona es Demna Gvasalia, un georgiano de 35 años proveniente de la antigua Unión Soviética, quien comenzó su colectivo parisino de moda Vetements en 2014 después de trabajar en Maison Margiela y Louis Vuitton, donde se sintió frustrado por las crecientes exigencias de la industria de la moda. Hace seis meses, gracias a la fuerza pura de su marca basada en las prendas urbanas, fue nombrado director artístico de Balenciaga, la compañía francesa con un siglo de antigüedad, en un giro que impactó a más de uno en la industria. Presentó su primera colección para Balenciaga el mes pasado y las reseñas fueron eufóricas.

Gvasalia y Michele comparten el anonimato relativo, pero hay algo más profundo en en el hecho de que, hasta hace 15 meses, probablemente nadie había escuchado de ninguno de los dos. La frustración de Gvasalia se refleja silenciosamente en Michele, quien ha dicho que había planeado dejar Gucci antes de que lo sorprendieran con la oferta de ser director creativo. Lo que es más: hay una sinergia entre sus acercamientos a los lineamientos de género ⎯pues los ignoran⎯ y a la pasarela, que utilizan para mostrar ropa y no solo para montar un espectáculo.

Pero también tienen sus diferencias. La estética de Gvasalia se opone a la de Michele diametralmente. Las prendas de Gucci, bordadas y adornadas, parecen reliquias familiares; la ropa de Vetements parece recién salida de la basura: desordenada, arrugada e intencionalmente deforme. El Balenciaga de Gvasalia añade un tercer elemento a la mezcla, pues se concentra en una “actitud de alta costura”, en la manera en que se usan las prendas y su relación con el cuerpo. Estas incluyen vestidos de noche bordados y trajes formales de tweed con pinzados exageradamente ceñidos al torso, así como parkas sinuosas y chaquetas de cuero negro inspiradas en abrigos de ópera. La arquitectura de las prendas en Balenciaga y Vetements es emocionante, innovadora.

A pesar de lo diferentes que son sus colecciones, las ideas de Gvasalia y Michele acerca de la moda están entrelazadas. La conexión es el momento, la osadía colectiva que parecen haber tocado en la conciencia cultural. La gente se identifica con la estética que proponen estos diseñadores, con el “universo” que su ropa representa.

En lugar de una silueta genérica y halagadora, tanto Gvasalia como Michele proponen prendas individuales e individualistas, diseñadas para conformar una pieza independiente. Están vistiendo a las personas, no “poniéndolas a la moda”. Las colecciones incluyen un sinfín de estilos que se pueden usar de muchísimas formas. Con su trabajo, ellos están transformado por completo la idea que antes predominaba: “el look total”, es decir, cuando los diseñadores proponen un atuendo de la cabeza a los pies. Tanto Gvasalia como Michele conciben sus prendas como entidades individuales: una chaqueta, una falda, un buen vestido, un buen par de zapatos. Lo mezclan todo en la pasarela, pero la idea es separarlo todo en piezas individuales. Gvasalia incluso nombró su marca Vetements porque, “tan solo se trata de eso… la ropa”, según comentó una vez.

Su ropa tampoco cambia mucho de temporada a temporada, con lo cual están rompiendo otra regla: la del cambio perpetuo, la moda que simula novedad solamente por ser diferente a lo que había antes. Puede ser que la ropa de Gvasalia y Michele no esté diseñada, específicamente, para mezclar temporadas, pero es posible hacerlo.

Es una manera ecléctica de vestirse, es como intentar complacer a todos todo el tiempo. Se trata de elegir, de la libertad… una palabra que Michele dice a menudo. En efecto, han renunciado al poder que los diseñadores ejercían sobre los consumidores; antes, la visión y el gusto específico de un diseñador dictaba cuál era la forma aceptable, incluso genial, de vestirse. Gvasalia y Michele han destruido la percepción de la moda como creadora de reglas.

Hemos llegado a un punto de la moda en el que concentrarse en las prendas (en lugar de enfocarse en la parafernalia que las rodea) es una manera de romper las reglas. Lo individual ⎯el cliente individual, la prenda individual, el look individualista y no el que dictó un diseñador o una revista de moda⎯ es la base de su éxito. Es algo que faltaba en la moda. Vetements apenas está en su quinta temporada, pero Gvasalia tiene más de cien distribuidores en todo el mundo, donde, de manera consistente, ha logrado vender todas sus prendas. Con Michele al mando, las ventas de Gucci han superado las expectativas de los analistas, pues se elevaron 13,4 por ciento en el último cuarto de 2015 y llegaron a 1,2 mil millones de dólares.

Durante la Semana de la Moda en París, reunimos por primera vez a Michele y Gvasalia. Los diseñadores no se habían conocido antes.

Alexander Fury: Es interesante que ambos estén aquí, conversando, porque en la superficie lo que ustedes hacen es increíblemente distinto. La estética de ambos se opone; sin embargo, tienen muchas similitudes subyacentes. Alessandro, me has hablado sobre ideas extrañas de la belleza; y Demna, tú has dicho que Vetements “hace ropa fea, por eso nos gusta”.

[Gvasalia se ríe]

Alessandro Michele: Pero lo feo es bello, ¿no?

Demna Gvasalia: Creo que la belleza está en todo si la buscas. Es demasiado fácil decir que algo es clásicamente bello. Es claro para todos. No necesitas pensar.

Michele: Una belleza oculta. Yo estaba charlando con Miuccia [Prada] en Milán, y ella me dijo algo muy gracioso, pero cierto. Me dijo: “Cuando empecé en la industria de la moda, todo se trataba de una belleza agresiva y pulida. Y yo llegué con estas chicas un poco feas. Durante años y años la verdad que me criticaron mucho”.

Gvasalia: Hasta que entendieron.

Michele: Sí, hasta que entendieron. “Es más fácil para ti”, me dijo, porque ahora es diferente. Pero creo que siempre es difícil, porque cuando cambias el lenguaje se necesita tiempo…

Gvasalia: Para digerirlo.

Fury: Lo cual, supongo, es algo similar a lo que sientes al llegar a a Balenciaga. La obra de ambos, en Balenciaga y Gucci, tiene que ver con las facetas inesperadas de esas marcas. Siempre han estado ahí, pero no tuvieron tanta publicidad.

Gvasalia: Porque es una nueva historia, creo. También por eso es emocionante. Tienes una base, una plataforma maravillosa, pero después creas algo nuevo que también funciona con lo que había antes.

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Una de las cuatro portadas de la edición de T del 17 de abril de 2016 Credit Jackie Nickerson

Michele: También creo que cada diseñador ve algo diferente en la misma marca. Creo que el trabajo creativo es lo que ves a través de tus ojos. Es como… cuando pienso en Gucci, estaba intentando encontrar la pieza más extravagante de la compañía. Porque después de muchos años, para mí Gucci había perdido su alma. Pero en el archivo puedes encontrar muchas cosas inusuales que tienen alma. Crearon muchos objetos extraños. Creo que mi trabajo podría ser fácil, porque no tenemos una historia de prendas listas para usarse, así que puedes inventar lo que quieras. Y ahora, como tú, estoy obsesionado con la calle.

Gvasalia: Porque también es algo que ves.

Michele: Sí.

Gvasalia: Y lo ves a través de tu filtro. Creo que lo normal tiene tantas formas de ser inspirador. Y de hecho puedes hacer muchas cosas con ella. Con lo que ves.

Fury: Tradicionalmente, muy poca de la ropa que los diseñadores crean para las pasarelas termina en las tiendas, solo existe para las revistas y las fotografías. ¿Es una parte vital de su proceso creativo que las piezas en la pasarela lleguen a las tiendas?

Michele: Sí. La realidad es una gran parte de nuestro trabajo. Creo que la moda, durante mucho tiempo, ha sido una prisión. Y sin libertad, con reglas, es imposible crear una nueva historia. Es decir, he trabajado en el mundo de la moda durante mucho tiempo: pero lo entiendo después de haber pasado años y años de ¡producto, producto, producto! Es algo que acaba con todo. Un producto sin una idea, un alma, una actitud. Si no le das a la gente la idea de que pertenece a una tribu…

Gvasalia: Lo necesitan.

Michele: Lo necesitan.

Gvasalia: La gente necesita sentirse parte de algo. Necesitan pensar: “Somos parte de eso”. Yo tengo eso en Vetements, pero en Balenciaga el reto es crear algo así.

Michele: Lo más importante ahora también es ofrecer una verdadera actitud en cuanto a la moda. Porque la gente quiere diseñadores que puedan crear un punto de vista personal. Tienes que ser parte de una marca que cuenta una historia, pero también necesitas sugerir la idea de la libertad.

Fury: Me parece interesante que ambos hablen de la actitud.

Gvasalia: Creo que ese es un elemento clave. Cuando ves a alguien que usa ropa de Gucci… sabes que es una mujer Gucci. Es algo muy visual.

Fury: También está la idea de que a veces alguien podría usar la ropa aunque no tengan la actitud adecuada.

Gvasalia: Pero la ropa hace que tengas esa actitud. Y creo que esa es la razón por la que las personas quieren esas prendas, porque quieren esa actitud. Ese look.

Fury: Demna, ¿te parece difícil pensar en tener una actitud para Vetements y una actitud para Balenciaga?

Gvasalia: Me ayuda. Al principio pensaba: bueno, seré como Jekyll y Hyde y enloqueceré. Pero tener esos momentos entre una compañía y otra es como darse duchas frías y calientes. Regreso y me olvido del día que tuve en Balenciaga. Me refresca.

Fury: Es curioso que ambos han desechado la idea de las tendencias, que ya se venía desgastando. ¿Acaso importa la idea de las temporadas?

Gvasalia: ¿En términos de temperatura? [Se ríe] ¡Es un poco confuso! Sacamos chaquetas acolchadas en junio… y yo no conozco personas que compren chaquetas acolchadas en junio. Creo que eso no funciona. Pero las temporadas ⎯la continuación, la consistencia⎯ son importantes. En especial cuando estás redefiniendo la identidad de una marca.

Michele: Es otro mundo. Ahora el mundo es totalmente distinto. Creo que los clientes están listos para decidir por sí mismos lo que quieren mezclar y combinar. No es la idea del look total. No creo que eso sea refrescante ahora.

Fury: Creo que ustedes se concentran mucho más en las prendas individuales y no en el look total. Se trata de hacer que algo sea valioso.

Michele: Para mí, nada es anticuado. No sé por qué. Si un vestido es hermoso, y es muy personal, creo que puede durar para siempre. Creo que aún tenemos la idea de que si tienes algo hermoso, la siguiente temporada debes echarlo a la basura.

Gvasalia: Es terrible.

Michele: Eso es espantoso.

Gvasalia: También es una estupidez.

Michele: No me importa qué temporada sea. A veces, prefiero algunas prendas a pesar de que hayan pasado temporadas y temporadas.

Gvasalia: A menudo, cuando tienes continuidad entre temporadas, no tienes este problema. Aún es relevante, en ese contexto. Si te encanta, te encanta. No te importa qué temporada es. Yo pongo las temporadas en las etiquetas de toda la ropa de Vetements, por ejemplo, y los vendedores al principio decían: “No puedes hacer eso porque la gente no lo usará el siguiente año”. Claro que lo usarán. Y de hecho creo que hasta es un valor agregado. Es algo que continúa y todavía funciona.

Fury: ¿Sienten que su trabajo está desafiando esas ideas que la gente también ha empezado a cuestionar?

Gvasalia: Cuando yo trabajo en la colección jamás pienso en eso.

Michele: No, no.

Gvasalia: Es más natural. Es lo que me parece correcto. Es no seguir las reglas, eso funciona. Para mí, esas reglas no importan por lo que intento inventar otras reglas. Y quizá otras personas quieren apropiarse de ellas. Pero tampoco es que siempre funcionen. No siempre puedes usar el mismo modelo.

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Gvasalia (a la izquierda) tomó prestada la camiseta de un guardia de seguridad que estaba cerca, una referencia al 'look' que el creó durante el otoño pasado, con un suéter similar, para Vetements. Al lado de Gvasalia, Michele sostiene la correa del pastor alemán del guardia, y lleva puesta una chaqueta que diseñó para Gucci. Credit Juergen Teller

Fury: Ambos trabajan con prendas físicas como un punto inicial, lo que parece ser algo muy diferente de la idea tradicional de diseñadores y bosquejos.

Gvasalia: No recuerdo cuándo fue la última vez que hice un bosquejo.

Michele: Yo tampoco.

Gvasalia: Yo escribo mis ideas en mi iPhone. Solo escribo notas, recordatorios. Por ejemplo: “Para el lunes, cuando esté en Balenciaga, un cuello así”.

Michele: Es cierto.

Gvasalia: Creo que la ropa es tan tridimensional, que es imposible dibujarla. Yo siempre hablo de esculturas porque de verdad es como esculpir. También tienes que verlo en movimiento; odio trabajar con maniquíes. Prefiero tener una persona real para que se mueva. ¿Acaso puede moverse cuando trae puesta la prenda? ¿Puede conducir?

Fury: La idea de borrar las diferencias de género es algo muy relevante en la obra de ambos.

Gvasalia: “La fluidez del género”.

Fury: ¡Odio ese término!

Gvasalia: Es lo peor que existe. Suena vulgar.

Michele: Siempre digo que yo no inventé nada. Es algo que existe, es nuestra vida. ¿Qué puedo decir? La moda es cómo te vistes, cómo eres. La moda es tu actitud. Así que esa frase, la fluidez del género, es como una invención porque es nuestra vida. Todos nosotros somos así. La moda es tener dentro de ti todos esos diferentes significados.

Gvasalia: Pero es algo tan normal. El jueves, la pasarela de Vetements terminó con dos atuendos idénticos: uno lo llevaba puesto un chico y otro una chica. No fue que pensáramos: “Mostrémosles que ambos pueden usarlo”. Simplemente, los probamos y a los dos les quedaba bien; se veían increíbles.

Michele: No es un truco.

Gvasalia: No, para nada. Al chico le encantó. Y a ella también. Es algo que resulta normal ahora. Hace 10, 15 años, no era algo que pudiera pasar de verdad. Ponerle un vestido a un chico sería una declaración consciente. Ahora es la sociedad quien lo dicta. ¿Quieres ponerte un vestido?

Michele: De verdad estamos en un parque de diversiones: nada es predecible. Todo está vivo. Piensas en la gente, es decir, no creé un par de zapatos porque quería que escribieran reportajes sobre mí. Jamás. Yo pienso en los chicos que van a la discoteca, quienes están en la calle, en mis amigos. Es una forma muy pragmática de ver la moda. “La moda” La palabra “moda”, es muy…

Gvasalia: ¡Es engañosa! Es tiempo de que cambie.

Fury: Está llena de implicaciones. Está llena de percepciones del mundo exterior. Ese tipo de elitismo.

Gvasalia: Lo cual no es necesariamente cierto.

Fury: Pero es como tú dijiste, Alessandro: no usamos moda, usamos ropa.

Michele: También me estoy seduciendo a mí. Porque, de alguna manera, estaba aburrido.

Fury: ¿De la moda?

Michele: Puedo decir que era un adepto a la moda que estaba completamente aburrido. Y quería seducirme. Porque sé muy bien que necesito que me seduzcan. Estoy haciendo muchas cosas porque me siento como un cliente. No me siento alguien especial; estoy usando lo que hago. Y hago cosas que me encantan. Se trata de nosotros. No de mí.

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