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El submarino de ataque estadounidense clase Virginia, el principal navío de su tipo, avanzó por el río Clyde hacia la base naval en Faslane, Escocia, el mes pasado. Credit Andrew Testa para The New York Times
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NÁPOLES, Italia — Hay submarinos de ataque rusos, el mayor número en dos décadas, que patrullan las costas de Escandinavia y Escocia, el mar Mediterráneo y el Atlántico Norte. Oficiales militares de Occidente aseguran que este aumento significativo tiene como objetivo competir con el dominio submarino estadounidense y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El Almirante Mark Ferguson, la máxima autoridad de la Marina estadounidense en Europa, dijo el otoño pasado que la intensidad del patrullaje submarino ruso había aumentado casi 50 por ciento en comparación con el año anterior, y citó las declaraciones públicas del jefe de la Marina Rusa, el Almirante Viktor Chirkov. Los analistas sugieren que este ritmo no ha cambiado desde entonces.

Las patrullas son la señal más visible del interés por la guerra submarina del Presidente Vladimir V. Putin, cuyo gobierno ha gastado miles de millones de dólares en nuevas clases de submarinos de ataque propulsados con energía nuclear y diésel, los cuales son más silenciosos, tienen mejor armamento y los operan tripulaciones más capaces que en el pasado.

La rivalidad va en aumento y hacer recordar a la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia. Moscú está exhibiendo su fuerza no solo en el Atlántico Norte, también en Siria y Ucrania, mientras desarrolla su arsenal nuclear y capacidades de guerra cibernética.

Hay analistas militares estadounidenses independientes que ven el aumento en el número de patrullas submarinas rusas como un auténtico desafío hacia Estados Unidos y la OTAN. Incluso en condiciones normales, existe la posibilidad de que ocurran accidentes o errores de cálculo. No obstante, sin importar la amenaza, el Pentágono también usa el incremento de las patrullas rusas como otro argumento para aumentar el presupuesto destinado a guerras submarinas y antisubmarinas.

Los oficiales estadounidenses dicen que, a corto plazo, para monitorear la cantidad en aumento de submarinos rusos, con capacidad para ocultarse de las embarcaciones occidentales y las costas europeas, se requerirán más barcos, aviones y submarinos. A largo plazo, el Departamento de Defensa ha propuesto 8,1 mil millones de dólares para los próximos cinco años destinados a “capacidades submarinas”, incluidos nueve submarinos de ataque clase Virginia recién estrenados, que pueden llevar hasta 40 misiles de crucero Tomahawk, más del triple de la capacidad actual.

“Volvimos a la competencia de las grandes potencias”, dijo en una entrevista el Almirante John M. Richardson, jefe de operaciones navales.

El programa de modernización militar de Putin también incluye nuevos misiles balísticos intercontinentales, así como aviones, tanques y sistemas de defensa aérea.

Sin duda, hay bastante diferencia entre las flotas submarinas rusas y las estadounidenses. Rusia tiene cerca de 45 submarinos de ataque (aproximadamente veinte nucleares y veinte de diésel), diseñados para hundir otros submarinos o barcos, obtener información y llevar a cabo patrullajes. Sin embargo, los analistas navales de Occidente dicen que solo cerca de la mitad pueden entrar en acción en un momento dado. La mayoría se queda cerca de Rusia y mantiene un ritmo operativo muy por debajo del punto máximo alcanzado en la Guerra Fría.

Estados Unidos tiene 53 submarinos de ataque, todos nucleares, así como otros cuatro submarinos nucleares que llevan misiles de crucero y Fuerzas de Operaciones Especiales. En todo momento, aproximadamente un tercio de los submarinos de ataque estadounidenses está en el mar, ya sea en patrullaje o entrenamiento, mientras el resto está en mantenimiento. Los oficiales de la Marina de los Estados Unidos y analistas dicen que los submarinos de ataque estadounidenses —diseñados para ser veloces, duraderos, furtivos y entrar en acción lejos de las costas estadounidenses— siguen siendo superiores a los submarinos rusos.

Pero a los oficiales estadounidenses les preocupa que un número mayor de patrullas submarinas rusas avancen más allá del Atlántico hacia el mar Mediterráneo y el mar Negro. Rusia tiene ahora un puerto en el Mediterráneo, en Tartus, Siria; sin embargo, los oficiales de la Marina dicen que Moscú quiere establecer otros, tal vez en Chipre, Egipto e incluso en Libia.

Este mes, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa estrenó un prototipo de dron de 40 metros equipado con sensores, el Sea Hunter, diseñado con el fin de cazar de manera autónoma submarinos y minas en un periodo de hasta tres meses.

“Aún no estamos viviendo de nuevo la Guerra Fría”, dijo James G. Stavridis, un almirante retirado y el antiguo comandante supremo aliado de la OTAN, quien ahora es decano de la Escuela de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad Tufts. “Pero desde luego que puede haber una si seguimos así”.

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