
A petición de México, Guatemala y Colombia, la semana pasada los líderes del mundo se reunieron en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para realizar una sesión especial con el fin de discutir las mejores estrategias para luchar contra el tráfico de drogas.
Aunque no llegaron muy lejos en el cambio de enfoque, sí hubo un consenso en que las inversiones en salud, tratamiento de las adicciones y las alternativas al encarcelamiento serían más efectivas que depender principalmente en la prohibición y penalización.
“Es una guerra que se ha luchado durante más de 40 años y no se ha ganado”, dijo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en una entrevista. “Cuando haces algo durante 40 años y no funciona, debes cambiarlo”.
Santos y los mandatarios de México y Guatemala argumentan que la guerra contra las drogas —que en buena medida ha sido dirigida según los términos establecidos por Estados Unidos— ha tenido efectos devastadores en sus países, que son los centros de tráfico de cocaína, marihuana y heroína. “Cuando dos elefantes luchan, la hierba siempre sufre más”, dijo Jimmy Morales, presidente de Guatemala, al referirse a la lucha entre los carteles de la droga y las agencias estadounidenses.
Desde 2014, los tres gobiernos y sus aliados han tratado de establecer las bases para propiciar cambios en el enfoque actual que se basa en tres acuerdos internacionales adoptados entre las décadas de 1960 y 1988. Esos tratados, que requieren que los signatarios prohíban el comercio y la posesión de sustancias controladas —incluyendo la marihuana— se concibieron en un momento en que los líderes internacionales consideraron la aplicación de la ley como la forma más eficaz para frenar la producción y el consumo de drogas.
Por desgracia varios países con influencia diplomática, incluyendo China y Rusia, sostienen que la penalización debe seguir siendo la piedra angular de la lucha contra las drogas.
El gobierno de Obama apoyó la reunión y ha sido receptivo con las nuevas ideas procedentes de sus países vecinos. “Vemos grandes avances en nuestra comprensión sobre la dependencia de las drogas y nuestra capacidad para enfrentar los trastornos por el uso de sustancias como un desafío para las políticas de salud pública, en lugar de solo emplear la justicia penal”, dijo el Secretario de Estado John Kerry en un comunicado.
Sin embargo, Estados Unidos tendrá que desempeñar un papel mucho más importante en el desarrollo de las nuevas políticas. Está en la posición insostenible de violar los tratados existentes —ahora que cuatro estados han legalizado la venta de marihuana con fines recreativos— mientras argumenta que siguen siendo un marco legal viable.
Otros países están trazando su propio camino. El gobierno de Canadá, por ejemplo, acaba de anunciar que la próxima primavera presentará un proyecto de ley para despenalizar la venta de marihuana. Durante la reunión en la ONU los líderes mexicanos anunciaron que su país tiene la intención de legalizar la marihuana medicinal y flexibilizar las restricciones sobre la cantidad de drogas que una persona puede tener para uso personal.
Estas políticas podrían lograr que los tratados contra las drogas ya existentes sean obsoletos. Estos acuerdos necesitan ser actualizados y deben tomar en cuenta las experiencias y lecciones aprendidas en los países que han pagado el precio más alto en la guerra contra las drogas.